lunes, 25 de febrero de 2008

La crisis de la juventud gay

LA CRISIS DE LA JUVENTUD GAY


La alta incidencia de suicidios entre los adolescentes gay, lesbianas o que cuestionan su identidad sexual ha llevado a Jorge valencia a tomar cartas en el asunto

Durante su adolescencia Jorge Valencia (un actor conocido en EE.UU.) nunca comprendió por qué su mejor amigo, un joven simpático y lleno de energía al que todos admiraban, se consumió en silencio en un estado de depresión que culminó el día en que se quitó la vida. "Es evidente que en su desesperación, nunca se sintió cómodo para hablar con su familia o sus allegados sobre sus problemas y pensó que nadie lo podía ayudar", dice Valencia, quien prefiere no divulgar el nombre de su amigo. "Ojalá él hubiese sabido que la ayuda sí existe".

Como la tragedia del suicidio afecta profundamente no sólo a su víctima, sino a todo el que le rodea, Valencia vivió años de tristeza y frustración por no haber podido ayudar a su amigo. Hasta el día en que este actor de origen mexicano participó en un evento del Proyecto Trevor y decidió poner manos a la obra. Hoy, como director ejecutivo de esta organización sin fines de lucro en Los Ángeles, Valencia y su equipo de especialistas y consejeros se dedican a educar a la comunidad sobre la alarmante incidencia de suicidios entre los jóvenes gay, lesbianas o que cuestionan su orientación e identidad sexual. "Si el suicidio es la tercera causa más común de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años, los casos se triplican entre los adolescentes homosexuales", explica Valencia. "Por eso nuestra labor es tan importante".

Pero la gestión más significativa del Proyecto Trevor reside en la intervención en momentos de crisis que brinda de forma gratuita y totalmente confidencial. Mediante su línea telefónica de apoyo a nivel nacional, todo aquel que busca consuelo, empatía o consejería por estar al borde del suicidio puede encontrar una luz al final del túnel. "No vamos a decirle al joven 'tú eres gay' o que hay algo malo o bueno con su situación", afirma Valencia. "Es normal para un chico tener sentimientos encontrados con respecto a su sexualidad. Lo que queremos es mantenerlos vivos y seguros a toda costa, para que luego puedan identificar a su propia red de apoyo".

Y es que para los adolescentes, en especial para aquellos que se sienten en conflicto con su orientación sexual y al margen de su familia y la sociedad, es crucial contar con alguien de mente abierta que los escuche. Ya sea algún familiar, un amigo, miembro de su iglesia o algún profesional de la salud, es importante que un adolescente en crisis tenga con quien compartir sus dudas y preocupaciones. Sin embargo, según los expertos, el arraigo social a los estereotipos negativos y los rígidos conceptos morales que definen la homosexualidad como algo nocivo o patológico perpetúan el ambiente de hostigamiento y hasta la violencia que sufre frecuentemente la comunidad lésbica, gay, bisexual o transgénero (LGBT, por sus siglas en inglés).

"Hasta en la escuela, los maestros y consejeros muestran resistencia a hablar de la homosexualidad por [un falso] miedo a promoverla", afirma Víctor Martínez, director de prevención y educación de la unidad LGBT de la organización Bienestar Servicios Humanos en el sur de California. "Como si fuera la gripe que se va a contagiar". Como resultado de esta opresión y rechazo surgen los sentimientos de vergüenza y desahucio que le provocan al joven el pensamiento de que no hay otra salida que no sea la muerte.

Entre los adolescentes hispanos, el problema parece agravarse ante el imperante machismo y el conservadurismo religioso que caracteriza a la cultura latinoamericana. "Me infundieron la idea de que ser homosexual era la perversión más baja y el peor de los pecados", recuerda el ecuatoriano Francisco Guayasamín, que ya de adulto ha logrado superar sus sentimientos suicidas. "Mi padre adoptivo decía que prefería un hijo muerto a uno homosexual. Pensé que no tenía futuro y era mejor morir".

Para Juan, un joven de Austin, TX, que prefiere mantenerse en el anonimato ante la imposibilidad de compartir con su familia que es gay, su situación lo ha llevado no sólo a considerar el suicidio, sino a terminar toda relación con sus familiares. "Me perturbaba escuchar el menosprecio que sentían al ver a un personaje gay en la televisión", comenta Juan sobre la falta de modelos positivos de la comunidad gay o lésbica en los medios de comunicación. "¿Cómo iban a reaccionar conmigo? Con la ayuda de mis amigos comprendí que no soy el único que se siente así".

Los expertos también hacen hincapié en que el suicidio no siempre es inmediato. "Algunos jóvenes emprenden comportamientos autodestructivos, como el abuso de las drogas o el sexo sin condón", acota Martínez. "Otros, que son echados de sus casas se van a la calle a prostituirse para sobrevivir. Esta conducta, si bien no es un plan de suicidio, a largo plazo conlleva el mismo resultado".

Afortunadamente, son iniciativas como la del Proyecto Trevor y Bienestar Servicios Humanos las que les tienden una mano amiga a los adolescentes homosexuales más consumidos por el rechazo y la violencia. En el caso de Bienestar, que tiene acceso a recursos en toda la nación, los jóvenes de la comunidad LGBT y aquellos que viven con el virus VIH o SIDA pueden también recibir ayuda y tratamiento. Ya sea mediante sus múltiples grupos de apoyo, servicio de referidos médicos o durante sus eventos culturales, además de ayudar a jóvenes en crisis, Bienestar promueve la aceptación de estos grupos minoritarios en la sociedad en general. "Queremos celebrar la diversidad de la comunidad latina", asegura Martínez. "Y abrir un espacio de aceptación tanto para el joven como para su entorno familiar y social".

El suicidio de adolescentes se puede evitar. "Hay esperanza y gente dispuesta a ayudar", afirma Valencia, "para que el mundo no pierda más personas buenas por la desesperación".

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